Es importante que el grupo impulsor de la nueva moneda sea un equipo (se
conozcan con anterioridad, tenga objetivos comunes bien definidos, su
relación esté basada en la confianza y tengan una dinámica de trabajo
común y consensuada).
Diagnóstico previo. Hay
que conocer a las personas que van a ser usuarias y poseedoras de la
moneda social (la comunidad, las vecinas y los vecinos, comercios
locales, asociaciones culturales, ayuntamiento, etc.) y tener en cuenta
sus opiniones (cómo lo ven, cómo lo organizarían, de qué manera apoyan
la iniciativa, etc)
Definir los objetivos y priorizarlos bien.
¿Qué se quiere conseguir con la moneda, ayudar a los comercios locales o
a vecinas y vecinos con bajos ingresos? ¿Favorecer el transporte
privado compartido o la atención a personas mayores sin muchos recursos?
Hay que listar todos los objetivos, comprobar que no falte ninguno. Serán la brújula para desarrollar el
proyecto.
Según los objetivos y el diagnóstico previo, hay que escoger la herramienta adecuada: La moneda impresa o una plataforma digital de intercambio.
Aprender de la experiencia de otras monedas, investigando por internet y hablando con sus impulsores. (Base de datos a nivel mundial. con casi 300 iniciativas, y Mapeo en España sobre bancos del tiempo y monedas sociales/locales)
Concretar el área geográfica,
dónde va a circular la moneda: Lo ideal sería una área lo
suficientemente grande como para darse en ella la mayor parte de las
necesidades que hacen necesario el dinero, y lo suficientemente pequeña
como para permitir el intercambio directo y la construcción de comunidad
y responsabilidad compartida.
Definir bien la estructura de organización de la nueva moneda
(cuáles son las reglas, quiénes, cuándo y cómo se toman las
decisiones). La comunidad puede decidir en cualquier momento aumentar la
cantidad de moneda en circulación.
Difundir la iniciativa.
Debemos pensar en nuestro público usuario y acudir donde están. Un
mercadillo periódico en el que sólo se puede usar la moneda alternativa,
reuniones de intercambio o de trueque, puede ayudar a fomentar los
intercambios con ella.
Desarrollar alianzas. Hay
que buscar organizaciones / instituciones / entidades que nos ayuden a
reclutar miembros del equipo impulsor y/o usuarios de la moneda..
Por ejemplo, buscar en el área
geográfica de circulación una institución especialmente arraigada
socialmente, como una parroquia, una organización juvenil o un comercio.
La base es el win-win. Una buena manera de construir una alianza de
este tipo es presentando la moneda al equipo de dicha organización y
preguntarles qué necesidad les gustaría cubrir con la nueva divisa, como
por ejemplo, una nueva página web para la entidad. La hacemos nosotros y
les cobramos ya con la nueva moneda. Hay miles de ejemplos para cada
caso.
Mantener la circulación de la moneda. Hay
que planificar bien la circulación, de manera que la moneda siempre
fluya, para evitar que se acumule en partes concretas del sistema.
Usar la moneda para financiar la propia moneda creando
impacto social positivo. Usemos la nueva moneda para pagar al personal,
recompensar a los voluntarios, organizar los eventos o sufragar el
marketing. Financiar el propio proyecto de esta forma es también una
buena práctica para aprender a usar la moneda.
No rendirse pero estar dispuesto a cambiar de dirección en cualquier momento. Las monedas sociales nuevas necesitan por lo menos unos cuantos años para establecerse.
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